El neurocientífico protagonizó el diálogo abierto "Pensar Argentina", en el marco de las actividades por el 114° aniversario del diario LA CAPITAL, ante más de mil setecientas personas que se dieron cita en el Centro Cultural Estación Sur del Paseo Aldrey.
El neurocientífico Facundo Manes brilló en el diálogo abierto “Pensar Argentina”, que protagonizó el pasado viernes en la ciudad. La claridad de sus conceptos llegó a cada rincón del Centro Cultural Estación Sur del Paseo Aldrey, donde más de 1.700 personas lo escucharon atentas.
Luego de agradecer al auditorio, recordó su historia con la ciudad -que se remonta a la infancia- y se explayó sobre temas tan diversos como el hambre, la falta de proyecto colectivo como país, la educación, la economía, las próximas elecciones y la importancia del conocimiento, en una amena conversación con su anfitrión en el lugar, el subdirector de este diario, Marcelo Pasetti.
-Un referente como vos, que da a conocer sus opiniones, habla del hambre, que es un tema que te preocupa. Ahí hay una deuda de la clase dirigente. ¿Cómo se revierte esta situación?
-El hambre en Argentina es algo dramático. Según varios reportes hoy hay alrededor de 3 millones de personas con sensación de hambre y Argentina no es un desierto. Es un país que genera alimentos para diez Argentinas, para más de 400 millones de personas. Que haya hambre en este país es inmoral, no hay hambre por falta de alimentos, sino por inmoralidad, por corrupción. Y esto es una hipoteca social. Creo que el hambre debería ser la prioridad de cualquier presidente y nosotros, como sociedad, debemos presionar por eso. El próximo presidente debe tener como principal prioridad el hambre y en los primeros 3 meses debería convocar a todos los sectores y tratar de solucionar el tema. Además, se podría hacer en un tiempo razonable, se podría erradicar en un periodo presidencial. Esto nos daría la autoestima necesaria que necesita nuestro país, para encarar otros proyectos como que los chicos aprendieran a leer o terminar la secundaria aprendiendo un cálculo matemático. También tenemos el problema de malnutrición, ya que hoy en el país de 10 chicos 4 tienen algún tipo de malnutrición y esto impacta en la capacidad de aprender. Creo que lo podemos lograr y la sociedad debe presionar, nosotros debemos votar proyectos e ideas más que personas, y las personas nos tienen que explicar cómo van a solucionar esto.
-Pocas veces tomamos conciencia de este problema, pero Brasil y Perú lo han logrado.
-Brasil y Perú tuvieron planes y sacaron a millones de personas de la pobreza, del hambre, de la malnutrición. Tenemos que entender que además de algo inmoral, la malnutrición afecta al cerebro. Incluso cuando uno vive en la escasez, en la pobreza, se genera un estrés mental. Si cualquiera de nosotros estuviera en la escasez y salimos caminando, tenemos que pensar cómo llegar a nuestro destino, qué comer, cómo alimentar a nuestra familia, todo eso necesita recursos mentales y son limitados. Y tendríamos que usar los recursos cognitivos para sobrevivir y no podríamos usarlos para el mediano plazo o proyecto. Por eso nosotros, la Argentina privilegiada (los que podemos dormir cómodamente, podemos pensar en el mediano plazo, podemos comer) tenemos la necesidad, la responsabilidad y el deber ético de involucrarnos y resolver el drama de millones de compatriotas.
Futuro
-No invertir en desarrollo humano es prácticamente un certificado de defunción como sociedad. El tren pasa pocas veces, me da la sensación de que no quedan muchas.
-Tenemos un potencial enorme, pero si no tomamos la estrategia correcta la enorme desigualdad va a aumentar, la pobreza también. Hay que invertir en la gente, en las personas. La educación no es algo cultural, nos da más libertad, más autoestima para perseguir nuestros sueños, miles de oportunidades. La educación debería ser el principal plan económico de la Argentina, la salud también. Hoy la salud no se ve solamente como la lucha contra las enfermedades, es una herramienta importantísima del desarrollo, impacta en la educación, en la seguridad, en los niveles de violencia, en la economía. Invertir en salud es nutrirlos bien.
-Pensamos siempre desde la coyuntura. Dialogás con muchos políticos, ¿ellos no piensan a mediano plazo porque no pueden o porque no les da rédito?
-Buena pregunta. Los políticos no priorizan eso porque no da votos. La salud no da votos, la ciencia no da votos, la educación no da tantos votos, pero eso es el desarrollo del país. Hay que generar riquezas con lo que llamamos conocimiento, que es vincular el sistema científico-tecnológico con la producción. Por eso es importante que la sociedad presione a la dirigencia para que pongan prioridad en estos temas. Tenemos que votar ideas y proyectos, apoyar para que la dirigencia invierta en nutrición, en salud, en innovación permanente. El cambio tiene que venir de la sociedad, de abajo hacia arriba. Los grandes cambios sociales se hacen de abajo hacia arriba.
Sociedad deprimida
-No tenemos desde el ’83 un sueño colectivo, el último fue el regreso de la democracia. ¿Eso te desvela?
-Nosotros estamos depresivos como sociedad, aunque en lo personal seamos privilegiados que comemos bien, podemos pensar en el mediano plazo, dormimos bien, no podemos ser felices con tanta desigualdad y corrupción.
Según un estudio sobre felicidad de los países, el principal factor es el contacto humano, los vínculos que logramos en la vida, los reales, no los virtuales. Después vienen las metas, los propósitos, necesitamos un sueño para tener bienestar. Otra cosa es contemplar la realidad. Si todos contemplamos el presente y nos involucramos en lo que tenemos nos da bienestar. A nivel país, la Argentina descendió en ese ranking de países felices, del 25 pasó al cuarenta y pico en los últimos años. La desigualdad, la corrupción, la falta de oportunidades, la coyuntura permanente, la violencia, la falta de sueño impactan en nuestro bienestar. Veo una sociedad deprimida, angustiada, irritable.
-¿Cómo se sale?
-Es entre todos, colectivo, de abajo para arriba, con un sueño. Es parecido al que teníamos en el ’83, bien decís, con la democracia. Hoy ya no es la democracia, porque la tenemos, ahora es alimentar a los chicos; mejorar la educación; vincular la ciencia con la producción para poder duplicar el PBI en unos años. Si hacemos esto podemos ser un país mucho más rico y más inclusivo. Hay que invertir en la gente. Hay que generar valor agregado e invertir en la gente, porque sino puede aumentar la desigualdad. Acá pasó, en Argentina, hubo crecimiento económico y no se redujo la desigualdad, sino que creció, porque no se invirtió en la gente. Ese es el sueño que propongo, que muchos proponemos, muchos pensamos que este es el camino.
Desarrollo humano
-Muchos sostienen que invertir en ciencia es para países desarrollados. ¿Es así?
-No, es al revés. Muchos piensan que hay que crecer y después invertir en tecnología y educación. Los países desarrollados antes de desarrollarse invirtieron en gente, en educación, en vincular el sistema científico con la producción, generaron innovación. Faltan instituciones intermedias entre el sistema científico y el sector productivo. Ese es el camino del desarrollo inclusivo. Si pensamos que somos ricos porque tenemos recursos naturales vamos por mal camino. Se trata de recursos naturales más valor agregado. La sociedad tiene que presionar para que eso suceda.
-¿Y cómo presiona?
-Con charlas como éstas, donde sacamos que la próxima elección hay que votar proyectos e ideas y más que personas y no dejarnos ganar por antinomias y pavadas. Esto cambia de abajo para arriba, porque por más que aparezca un líder, si la sociedad no acompaña esto no se puede hacer.
-Si uno busca un sueño chocás con la grieta y lo que llamo la dictadura del algoritmo. Mientras se profundice esa grieta, ¿no se alejan más esos objetivos?
-Hay que entender que los humanos funcionamos con esquemas mentales y vamos por el mundo con nuestras creencias ignorando todo lo que no coincide con lo que pensamos. Países desarrollados también tienen grieta, como España, Estados Unidos, Inglaterra, pero ninguno discute el valor de la educación, de la ley, de las instituciones. Tienen varios proyectos de Estado por los que se pusieron de acuerdo. Acá no nos ponemos de acuerdo en temas básicos, por eso nos hace mucho más daño. Los países nórdicos no tienen menos corrupción porque tienen un cerebro diferente, sino porque hay instituciones y hay una sanción social. Acá no hay instituciones ni se sanciona al corrupto.